Disfrutar del la Ópera Metropolitana de Nueva York es hacerlo en uno de los escenarios más impresionantes del mundo. Esta fue nuestra experiencia disfrutando de Turandot.
Nueva York es uno de los mejores sitios en el mundo para disfrutar de las bellas artes. No sólo tienen los musicales de Broadway, los grandes museos como el MoMA, el Guggenheim y el Metropolitan, también está la orquesta filarmónica, el ballet y la ópera. Lincoln Center es uno de los centros más conocidos y fue allí donde nosotros disfrutamos de una obra en la Ópera Metropolitana de Nueva York.
Si quieres asistir a una función en la Ópera Metropolitana de Nueva York lo primero que tienes que saber es cómo conseguir entradas. Como en todos los teatros, los precios suben cuanto más cerca del escenario quieres estar, pero a diferencia de un espectáculo de Broadway, las entradas de la ópera se incrementan en precio de una forma exagerada. Las entradas más caras pueden llegar a valer hasta $800, mientras que los asientos más asequibles rondan unos $150-200. También existe la opción de SRO. ¿Pero qué quiere decir eso? Es pagar $60-$80 para estar de pie durante toda la obra en la zona final de la planta principal del teatro. Es importante saber ese detalle cuando estás comprando las entradas, ya que parece que estás ahorrando mucho dinero pero en realidad estás sacrificando tu asiento para una obra que dura unas tres horas.
Cuando vas a la ópera verás que la gente se viste desde muy elegante hasta muy casual. En nuestro caso, me puse un vestido negro que me llegó a las rodillas más o menos y Pedro fue con un pantalón y una americana. Es cierto que se viste más que para una obra de Broadway, pero tampoco hace falta llevar un traje de etiqueta. (También hemos visto mucha gente en pantalón negro, una blusa y unos tacones bonitos).
Nosotros fuimos a ver la obra Turandot, de Puccini, y como íbamos con un amigo que nos consiguió las entradas, a modo de regalo tuvimos que aceptar la opción de SRO, (por eso iba en zapatos planos en vez de tacones). Al entrar en el teatro lo primero que notarás son los candelabros de cristales Swarovski y las alfombras rojas. Todo es muy sofisticado y se nota enseguida que va a ser una noche muy especial. Por eso aprovechamos con nuestros amigos sacando fotos delante de un fondo con el logo de la Ópera Metropolitana de Nueva York y en la escalera grande que parecía algo sacado del cine.
Una vez que llegamos a nuestros puestos vimos que había una especie de estantería para que nos apoyáramos durante la obra. Allí también tenía una pantalla donde podías ver la traducción de lo que estaban cantando en el escenario. Se podía elegir el idioma que mejor entendías entre el español, francés, italiano o inglés. A mí no me gustó mucho esta opción ya que era difícil decidir si mirar al escenario o la traducción de la letra. He estado en otras óperas donde ponen los sobretítulos encima del escenario y me resultaba más fácil ver la obra y las traducciones a la vez, así que ese punto fue un poco decepcionante para mí.
Lo que pasó a continuación parecía sacado de una película. Después del primer acto de la ópera, nuestro amigo nos encontró dos asientos libres en la segunda fila de la zona de orquesta. Miramos en internet después del espectáculo y ¡esas entradas nos habrían costado unos $600 cada una! ¡Ha sido una suerte enorme! Vimos lo que quedaba de Turandot desde la segunda fila y allí se veía todo de los trajes, las emociones en las caras de los actores y pudimos apreciar mucho más el poder de las voces de los actores ya que ¡cantan todo sin micrófono!
Después de la obra fuimos a tomar algo ya que es parte de la experiencia de ir al teatro en Nueva York, ir a cenar antes o después de la obra. De hecho, nosotros habíamos cenado en Fiorello’s, un italiano al otro lado de Broadway cerca de Lincoln Center. Pedimos un plato de antipasti donde pudimos elegir 3 o 5 de los platos como si fuera de tapeo. Decidimos dejar el postre para después de la ópera y volvimos para su tarta de limón y un café descafeinado. Ha sido el final perfecto para una velada muy especial y muy neoyorquina.
Ir a la ópera en Nueva York es algo que te transporta a otro espacio y otro mundo. Con tanta belleza en el escenario es fácil olvidarte de cualquier problema cotidiano. Nuestro consejo es gastar un poco más de dinero para poder sentarte durante la obra y no tener la ansiedad que tuvimos nosotros durante el primer acto de buscar un sitio para sentarnos tras todo el día pateando Manhattan. Si ya has visto una obra de Broadway, la Ópera Metropolitana de Nueva York en Lincoln Center merece la pena, y mucho. Es de los mejores en el mundo y tanto el espacio como el ambiente es elegancia desde principio a fin.
Vívelo, aunque solo sea una vez en tu vida.