Impresiona ver la evolución del transporte público de Nueva York en un museo (ideal para niños) donde todo se puede tocar, subiendo, bajando y haciendo fotos en todas partes.
Parte de cualquier viaje a la Gran Manzana incluye hacer trayectos en transporte público. Bien sea en el amplio sistema del metro o bien en la red de autobuses, siempre es una aventura. ¡Incluso hay opciones de montarte en el Ferry de Staten Island o el Teleférico de Roosevelt Island! Siempre hay algo que ver, músicos o bailarines, gente variopinta y siempre está la posibilidad de un cambio de servicio o un retraso para completar la experiencia. Lo que quizás te sorprenderá es que hay un museo dedicado al mundo del transporte público en Nueva York. Es el Museo de Tránsito de Nueva York, está en Brooklyn y merece mucho la pena. (Por cierto, está incluido en la New York Pass).
Es un poco complicado encontrar la entrada a este museo subterráneo, más que nada porque es una antigua boca de metro, y muy fácil de pasar de largo si no estás prestando atención. De hecho, nosotros dimos la vuelta a la manzana y la segunda vez casi perdimos la entrada de nuevo, ¡y eso que era la segunda vez que visitaba el museo! Una vez dentro del Museo de Tránsito de Nueva York pagas tu entrada (que nos pareció muy razonable, por cierto) en una antigua taquilla de billetes de metro.
La primera planta tiene fotos en blanco y negro y mucho texto en inglés explicando cómo construyeron el metro. Es una pasada, sobre todo si has explorado un poco las estaciones del metro de Nueva York como hicimos nosotros en el tour de Behind the Scenes NYC. Pensar que tanta gente aceptó el trabajo peligroso de construir esos túneles a muchos metros debajo de la tierra, y con herramientas antiguas como la dinamita, da mucho respeto.
También hay una sección muy grande donde se explica con imágenes, vídeos y artefactos, cómo responden los trabajadores del transporte público ante una crisis. Hay vídeos del día 11 septiembre e imágenes de nevadas y tormentas como el Huracán Sandy que destruyó toda la parte de Rockaway y causó muchas inundaciones. Sin lugar a dudas te da una confianza en el sistema que antes a lo mejor dabas por hecho.
La primera planta acaba con una exposición de carteles y publicidad que han usado a lo largo de los años. Creo que lo más interesante es que los problemas de la gente que no dejan espacio cuando abren las puertas o que tienen su música puesta en alto, no han cambiado en estas décadas. También tienen varios autobuses antiguos donde puedes subir y sacar la foto como si estuvieras conduciendo. Cuando fuimos nosotros había un niño de dos años y pico que lo estaba pasando tan bien que no quería salir del autobús por mucho que su madre lo intentaba.
No puedes irte sin bajar a la segunda planta subterránea que está llena de antiguos vagones de metro. Parecía que la cadena de vagones no acababa nunca y lo pasamos pipa, como dos niños, sacando fotos e imaginando cómo era viajar en el metro hace un siglo. Por esta parte del museo lo recomendamos para familias. No conozco ningún pequeño al que no le interesen los trenes o los autobuses, y aquí se puede subir y tocar todo, así que es una oportunidad para satisfacer la infinita curiosidad de cualquiera.
El museo no es muy grande y sólo tardamos una hora en verlo entero, pero salimos con una visión más completa de lo complejo que es mover a los neoyorquinos de un punto a otro de esta gran ciudad. Al salir también recomendamos una visita a la tienda del museo. Aquí encontrarás todo tipo de recuerdos de Nueva York y del metro. Es un sitio ideal para buscar un regalo único, para ti o para alguien en casa a quien le encante Nueva York. Muchos de los productos no se encuentran en otro lado y son muy originales, así que merece la pena mínimamente echar un vistazo para curiosear.
Tras la visita tienes varias opciones para seguir explorando esta zona de Brooklyn. Si te pilla entre horas, puedes probar un café en The Little Sweet Cafe y luego pasear por Boerum Hill. Si tienes ganas de tiendas se puede ir al Fulton Street Mall donde hay un outlet del GAP y un Century 21 o si quieres almorzar sugerimos Junior’s en la esquina de Dekalb y Flatbush Avenues ya que ¡tienen la mejor tarta de queso en Nueva York!
Lo has adivinado. Es para no perdérselo.
